jueves, 23 de julio de 2015

Cultura y desarrollo económico en Iberoamérica

La cultura es la riqueza de los pueblos que defienden su identidad y que tratan de reinventarse en un mundo globalizado. Es imprescindible, pues, impulsar la reflexión sobre el papel de la cultura en su desarrollo. Esta segunda edición del estudio Cultura y desarrollo económico en Iberoamérica aborda el efecto de la cultura en el desarrollo económico de nuestros países, y llega a una conclusión impactante: los aportes de la cultura al desarrollo de los países beneficiados invierten en el desarrollo de la cultura.

En el año 2006 fue aprobada la Carta Cultural Iberoamericana por la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno, celebrada en Montevideo en ese mismo año. Esta entiende que los derechos culturales son de carácter fundamental y se guían según los principios de universalidad, indivisibilidad e interdependencia. Su ejercicio se desarrolla en el marco del carácter integral de los derechos humanos, de forma tal que ese mismo ejercicio permite y facilita, a todos los individuos y grupos, la realización de sus capacidades creativas, así como el acceso, la participación y el disfrute de la cultura. Estos derechos son la base de la plena ciudadanía y hacen de los individuos, en el colectivo social, los protagonistas del quehacer en el campo de la cultura.

Además, reconoce que las culturas tradicionales indígenas, de afrodescendientes y de poblaciones migrantes en sus múltiples manifestaciones son parte relevante de la cultura y de la diversidad cultural iberoamericana, y constituyen un patrimonio fundamental para la humanidad. Por ello, la Carta Cultural Iberoamericana se propuso articular en la región la Declaración sobre la Diversidad Cultural de la Unesco del año 2001 y la posterior Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales. Se propuso, asimismo, dar cauce y continuidad a las experiencias y estrategias de cooperación internacional desarrolladas por la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) y la Organización de Estados Iberoamerica­ nos (OEI). Sus objetivos principales pueden resumirse en tres imperativos, a saber: afirmar el valor central de la cultura para el desarrollo humano, promover y proteger la diversidad cultu­ral, y consolidar el espacio cultural iberoamericano.

Pero estos imperativos enfrentan grandes desafíos. Por una parte, existen grandes desigualdades en el acceso de la población al capital cultural de cada uno de los países que conforman este espacio. Tal desigualdad es un correlato de las enormes brechas existentes en el terreno económico y educacional, y de la larga historia de discriminación y exclusión que afecta especialmente a las poblaciones originarias, afrodescendientes e inmigrantes. Por otra parte, los cambios sociales y tecnológicos están impactando en toda la sociedad, pero de forma especial en la juventud, y modifican la forma de estar en el mundo, las relaciones sociales y el propio significado de la cultura.

Es imprescindible, pues, impulsar la reflexión sobre el papel de la cultura en el desarrollo de los pueblos en un mundo cada vez más globalizado y de creciente penetración de las tecnologías en sociedades multiculturales. Tal refl exión debe contribuir a una acción transformadora que otorgue a la cultura la necesaria centralidad en el progreso de los pueblos y en el bienestar y el buen vivir de los ciudadanos.

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